Alégrense en el Señor
Celebremos las alegrías y los desafíos de la vida familiar
Este mes habrá una reunión muy importante en Roma. El papa Francisco se reunirá con obispos y expertos laicos procedentes de todos los rincones del mundo para analizar con recogimiento el tema: “Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización.”
Esta reunión, conocida oficialmente como la Tercera Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, explora el amplio espectro de los desafíos que enfrentan las familias hoy en día. Entre los temas a abordar se incluyen cuestiones que con toda seguridad captarán la atención de los medios de comunicación, tales como los métodos anticonceptivos, el divorcio y las segundas nupcias, y las uniones del mismo sexo. Otros temas, como por ejemplo, la función de los padres en la educación y en la formación de fe de sus hijos, no resultan tan provocadores pero no por eso son menos importantes.
No sé ustedes, pero yo tengo mucha fe en la capacidad de las familias para capear con éxito los temporales que nos presenta la vida moderna. Las familias son fuertes y tienen una capacidad de adaptación tremenda. Todas las familias tienen problemas, a veces muy graves, pero la propia naturaleza de la familia los lleva a mantenerse juntos a la luz de las dificultades y a darse apoyo y ánimo para superar los obstáculos.
Es cierto que algunas familias fracasan, incluso familias de pocos recursos, familias adineradas, familias con muchas bendiciones y oportunidades, así como también familias que se encuentran en circunstancias que parecen totalmente desesperadas. Es trágico que algunas familias no logren cumplir con la misión divina de guiar a sus miembros hacia la santidad y, finalmente, a la alegría eterna.
Pero afortunadamente muchas familias tienen éxito en la tarea de ayudar a sus miembros a superar los obstáculos, florecer y crecer a pesar de las dificultades que enfrentan todos los días. Estas familias exitosas son una fuente de alegría para sus integrantes y para las comunidades a las cuales pertenecen.
La familia perfecta no existe (con la posible excepción de la Sagrada Familia de Nazaret, que ciertamente atravesó su cuota de dificultades), pero hay muchas buenas familias que logran superar los problemas y, en el proceso, contribuyen a que sus integrantes vivan la experiencia de la felicidad y la paz genuinas.
Yo soy el mayor de trece hermanos. Mi padre trabajaba en General Motors. Cuando yo estaba pequeño, vivíamos en un dúplex del cual ocupábamos solo la mitad, hasta que nos mudamos a una granja en Canadá que mi abuelo había comprado hacía muchos años. Allí construimos una casa lo suficientemente grande como para dar cabida a un grupo grande y energético de Tobins.
Mi padre murió joven, lo que produjo una verdadera crisis en la familia Tobin, pero mi madre es una mujer de profunda fe. Estaba decidida a mantenernos juntos y a cerciorarse de que cada uno de sus hijos creciera y se convirtiera en el hombre o la mujer que Dios quería que fuéramos.
A sus 91 años, mi madre sigue participando activamente en su iglesia. Forma parte de un grupo de oración, ¡y no es la mayor! Mamá continúa siendo el factor aglutinante para todos nosotros. La llamamos cariñosamente “la madre de todos los Tobin.” Y su orden de prioridades es muy interesante. He escuchado gente que le dice: “señora Tobin, sus 13 hijos fueron a la Universidad,” a lo que ella responde: “Pero aún más importante, mis 13 hijos practican su fe.” Y lo hacemos sin que nadie nos obligue.
La alegría familiar se vive más intensamente durante las bodas y otros eventos especiales (como la instalación de un nuevo arzobispo en Indianápolis). Para la familia Tobin estas celebraciones son muy importantes. Somos famosos por quedarnos hasta el final, incluso después de que todos los demás invitados se han marchado, ¡para asegurarnos de que no se pierda la comida, la bebida ni ninguna oportunidad para compartir!
Nos encanta cantar y bailar (los Tobins se entregan particularmente al baile “The Hustle”). Y como familia, nos divertimos muchísimo, pese a nuestros esporádicos desacuerdos y a los problemas muy reales que enfrentamos como personas individuales y como familia.
El Sínodo que se celebrará en Roma este mes se concentra en los “retos pastorals,” y con buena razón. Pero espero que los participantes puedan hallar inspiración en las experiencias positivas de sus propias vidas familiares mientras reflexionan sobre estas cuestiones.
Las buenas familias no se apartan ante los problemas sino que se apoyan en sus mejores recursos: la fe en Dios, el amor que se profesan, los momentos de diversión compartida, el consuelo en situaciones dolorosas y la capacidad para perseverar hasta el final.
Si el contexto del sínodo verdaderamente es la evangelización—la proclamación de la buena nueva y de la alegría del Evangelio de Jesucristo—creo entonces que el papa Francisco y los demás participantes del sínodo hallarán las “soluciones” para los problemas que enfrentan nuestras familias en las fuentes de alegría y felicidad que siempre han constituido el núcleo de la vida familiar.
Recordarán el dicho que dice “la familia que reza unida permanece unida.” Esto es cierto. Pero también es cierto que la familia que ríe y llora unida, que canta y baila unida, en la que hay sus diferencias y que luego se perdonan, también permanece unida. Estas familias se mantienen unidas a pesar de todos los obstáculos. Son la fuente de inspiración y esperanza para todas las demás familias y para la sociedad en general.
¡Que Dios bendiga a la familia, ahora y siempre! †
Traducido por: Daniela Guanipa