Seeking the Face of the Lord
Santa Teodora nos inspira a través de su fe heroica
Esta es una semana particularmente excepcional en la historia de la Iglesia en Indiana.
Con el favor de Dios, mientras la edición del The Criterion se imprime, yo, al igual que otros cientos de peregrinos, estaremos en Roma con las Hermanas de la Providencia de Santa María de los Bosques para la canonización de Santa Teodora Guérin.
¡El domingo 15 de octubre de 2006 es un día importante y solemne para todos nosotros!
¿Qué significa la canonización de un santo? El glosario del Catecismo católico para adultos de Estados Unidos enseña que la canonización es “el nombre con el cual se conoce la declaración solemne realizada por el Papa de que un miembro fallecido de los fieles es propuesto como modelo e intercesor de la fe cristiana y venerado como santo, en base al hecho de que dicha persona vivió una vida de heroica virtud o permaneció fiel a Dios por medio del martirio.” (p. 506).
El solemne ritual de la canonización de la Iglesia Católica no se otorga como premio a un devoto. Es decir, no se trata de un premio porque la Madre Teodora Guérin haya fundado una comunidad religiosa; no es un premio porque la Madre Teodora Guérin implantara la educación católica en Indiana; no es un premio porque haya sido una mujer de extraordinaria sabiduría. Desde todo punto de vista, la Madre Teodora fue una mujer que conquistó grandes logros en circunstancias difíciles. Pero ese no es el fundamento del reconocimiento formal de la Iglesia.
En la Iglesia, la canonización es un reconocimiento formal que realiza el Papa Benedicto XVI con respecto a su santidad. La canonización es el reconocimiento del inconmensurable amor a Dios de la Madre Teodora. Su canonización reconoce que ella era una mujer devota de la oración.
Me encantan los prefacios que se presentan en la celebración de la Misa para Hombres y Mujeres Santos. En el Prefacio I, rezamos: “Te glorificas en tus santos, ya que su gloria es la culminación de tus dones. Nos diste un ejemplo por medio de sus vidas en la tierra. En nuestra comunión con ellos nos entregaste su amistad. En su oración por la Iglesia nos diste fuerza y protección. La imponderable compañía de estos testigos nos incita a la victoria para compartir el premio de la gloria eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.”
El Prefacio II es similar: “En todas las épocas renuevas la Iglesia creando hombres y mujeres excepcionales en santidad como testimonio viviente de tu amor inmutable. Ellos nos inspiran por medio de sus heroicas vidas y con sus constantes oraciones nos ayudan a ser símbolos vivientes de tu poder salvador.”
En nuestra oración solemne y jubilosa reconocemos la relación permanente con los devotos que han vivido vidas espirituales heroicas. Ellos siguen siendo nuestros amigos. Rezan por nosotros. Qué alegría tan extraordinaria es saber que tenemos una santa formalmente declarada de nuestra iglesia local en Indiana que nos impulsa a alcanzar la victoria, y junto con ella, a compartir el premio de la gloria eterna.
Santa Teodora nos inspira a través de su fe heroica. Podríamos decir que tenemos nuestra propia santa que reza para que nuestra Iglesia local pueda recibir fuerzas y protección.
Santa Teodora fue una dádiva oportuna de Dios para renovar la Iglesia en sus inicios en Indiana. Las semillas de la fe y la santidad plantadas en este territorio misionario por intermedio de la obra de la Madre Teodora han florecido.
Ella continúa hoy en día como testigo del amor inmutable de Dios por nosotros. Es maravilloso reflexionar que Dios amó tanto nuestra pequeña parte del mundo que nos envió a la maravillosa Madre Teodora Guérin. Él la bendijo con una gracia extraordinaria como misionaria valiente de la fe en tiempos arcaicos.
La mañana después de la canonización de Santa Teodora se celebrará una Eucaristía en su honor en la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma.
Parece apropiado ensalzar a la Madre Teodora cerca de la tumba de San Pablo, el primer misionario de la Iglesia.
La canonización de Santa Teodora es un obsequio maravilloso. Resulta oportuno que un gran contingente de nuestra arquidiócesis reconozca el obsequio generoso de Dios como peregrinos en Roma.
El gran misionario jesuita, San Francisco Xavier, es nuestro patrón desde la fundación de la Diócesis de Vincennes en 1834.
Ahora podemos esperar la intercesión y protección de dos misionarios santos mientras continuamos transmitiendo la misión de Cristo en la iglesia del sur y el centro de Indiana. No tomemos a la ligera lo que Santa Teodora hizo y sufrió por esta misión.
Tal y como los Prefacios Eucarísticos nos recuerdan: junto con los innumerables hombres y mujeres santos, Dios nos concedió como ejemplo en la tierra la vida de la Madre Teodora. Este obsequio nos invita a caminar sobre sus pasos.
Los Prefacios de la Misa para Hombres y Mujeres Santos también nos recuerdan que los santos en el cielo son nuestros amigos.
La amistad espiritual nos llama a la comunión y a un intercambio en la oración.
Santa Teodora, ¡reza por nosotros! †